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Fidel Castro Ruz: ¿Prolongada primacía en el poder? (página 2)



Partes: 1, 2

 

  1. Afirmación de que en Cuba no hay
    un "culto a la
    personalidad típicamente socialista" (Entrecomillado
    por la autora). Al respecto señala:
    "…además de haber nombrado a su hermano como su
    forzoso sucesor Castro no ha intentado como Ceaucesco
    (Presidente de Rumanía socialista muerto al ser
    derrocado) o Kin Il Sun ( Dirigente de la República
    Democrática de Corea, ya fallecido) crear una familia
    dinástica". Hace referencia a que en nuestro país
    no hay estatuas y carteleras gigantescas que lleven su nombre.
    No obstante en este enfoque cita a un periodista occidental
    quien plantea: "…el culto a la personalidad
    en torno a Castro
    no sólo ha disminuido, sino que se intensifica
    continuamente (…) los editoriales y discursos
    invariablemente hablan de su sabiduría y de su genio
    como "las guías de Cuba", y la Constitución Cubana de 1976 proclama la
    decisión de continuar hacia la triunfante Revolución (…) bajo el liderazgo de
    Fidel
    Castro. Citas de Fidel están impresas en todas
    partes", y termina diciendo que: "(…) es difícil
    de creer que un hombre de la
    inmensa inteligencia
    de Castro no se de cuenta de que está rodeado de un
    increíble culto a la personalidad"

A estos y otros planteamientos Rhodas le confiere rango
de "indicios" de la supremacía de Fidel en la sociedad
cubana. Verdaderamente resulta interesantes las conclusiones a la
que arriba la politóloga norteamericana. En tal sentido
expresa: " A pesar de que las instituciones
cubanas fomentaban, y de hecho demandaban ciertas formas de
participación popular, el poder real de
la iniciativa política
todavía descansaba en el líder
carismático. Castro ha sido sensible a los sentimientos
populares y sus preocupaciones ( tal como él las entiende
), pero no ha sido, excepto en el papel ,responsable ante nadie.
Uno no puede demostrar que su rol ha sido constreñido por
la necesidad de apaciguar las pasiones populares, las luchas
internas del partido o de las camarillas
burocráticas.

El propósito de las estructuras
políticas cubanas fue el de fomentar
discusiones constructivas sobre los problemas,
pero sin permitir desafíos a las instituciones
políticas de la Revolución, a la ideología o a la élite. La
influencia de la participación política de las
masas en las decisiones de los líderes cubanos se
ciñó esencialmente a pequeños ajustes dentro
del sistema. El poder
político en Cuba estuvo monopolizado por la "Vanguardia del
Partido" que no fue elegida y cuya legitimidad dependió
fuertemente de la mística del líder
carismático. Consecuentemente la participación
popular no puede todavía ser considerada como una fuente
importante de contención del comportamiento
de la élite política ".

Desde el punto de vista semántico, el
término primacía significa, superioridad que tiene
una cosa sobre las otras de su especie. Equivale a superioridad
en su sentido literal. Tal interpretación para explicar el
fenómeno de la personalidad de Fidel Castro es
insuficiente y en cierto sentido simplista.

La historiografía, tanto burguesa como marxista,
ha valorado desde sus respectivas ópticas, el papel de las
masas y del individuo en
los procesos de
transformación de la sociedad. En ocaciones la figura del
líder, del dirigente, ha sido sobredimensionada y su
actuación y proyección son mostradas como
determinantes en la evolución de los acontecimientos y se
minimiza o ignora la participación del hombre
común. Sin embargo desde la década del 40 del
pasado siglo XX se evidencia una tendencia historiográfica
que analiza a las masas y dentro de ellas las mentalidades
individuales.

El hombre común, término que asumimos como
sinónimo de pueblo, ha tenido un papel de primer orden en
la formación de la nacionalidad
cubana y sus peculiaridades identitarias. En este proceso su
participación en las luchas independentistas ha sido
decisivo. El hecho de que las masas populares o "los mudos de la
historia",
concepto que
define una serie de agentes sociales que no tuvieron la
posibilidad de escribir la historia, no quiere decir que "no
hayan hecho historia". Es por ello que para poder ofrecer una
explicación lógica
y coherente del tema que estamos tratando, tengamos que, aunque
someramente, estudiar las mentalidades del conjunto de actores
que se desempeñan activamente en la sociedad cubana y su
interrelación con quien ha sabido representar sus
intereses inmediatos y mediatos con meridiana
claridad..

La Historia de Cuba ha tenido momentos trascendentales
en que determinadas personalidades han desentrañado y
defendido cuestiones íntimas de la vida social latentes
que afectaban a sectores mayoritarios. Félix Varela,
José Martí y
Fidel Castro son figuras emblemáticas que sintetizan las
aspiraciones de los cubanos en distintos momentos de la
formación y desarrollo de
nuestra nacionalidad.
Cada uno ha desempeñado un papel específico en este
proceso. Martí y
Fidel rebasaron el terreno de las ideas y trataron de ejecutar
proyectos de
transformaciones sociales. Martí muere prematuramente, sin
ver siquiera el inicio de su obra. Fidel ha sobrevivido y
participa al lado del pueblo y como dirigente del mismo en el
empeño transformador. De ahí, entre otras actitudes,
parte su supremacía, acatada, reconocida y legitimada por
las masas populares del país.

Para entender lo que ocurre en Cuba es menester examinar
el fenómeno dirigente – masa con un sentido
dialéctico, objetivo y
desprejuiciado. En su ensayo El
Socialismo y
el Hombre en
Cuba Ernesto Che Guevara hace un profundo análisis al respecto. Fidel y las masas son
valorados como un todo. Sobre este asunto de la relación
dirigente-masa en el caso cubano el Che escribió:
"…Maestro en ello es Fidel, cuyo particular modo de
integración con el pueblo solo puede
apreciarse viéndolo actuar. En las grandes concentraciones
públicas se observa algo así como el diálogo de
dos diapasones cuyas vibraciones provocan otras nuevas en el
interlocutor. Fidel y la masa comienzan a vibrar en un
diálogo de intensidad creciente hasta alcanzar el
clímax en un final abrupto, coronado por nuestro grito de
lucha y de victoria (…) Lo difícil de entender,
para quien no viva la experiencia de la Revolución, es esa
estrecha unidad dialéctica existente entre el individuo y
la masa, donde ambos se interrelacionan y, a su vez, la masa,
como conjunto de individuos, se interrelaciona con los
dirigentes" (1)

En la mentalidad del cubano común,
mayoritariamente, existe consenso en estimar que la figura de
Fidel es parte indisoluble de la historia misma del país
en la contemporaneidad, pero que además, Fidel es
continuador del ideario martiano. Puede haber misticismo y
mítica en esta manera de pensar, pero es una percepción
que se ha incorporado al pensamiento
colectivo que reconoce al líder cubano con el cual se
identifican aún en adversas situaciones. No es casual que
durante los sucesos que se produjeron en la Ciudad de la Habana
en agosto de 1994, muchos de los que se manifestaban contra el
gobierno, no
pudieron resistir el influjo de la presencia de Fidel y
terminaron ovacionándolo, cuando éste,
temerariamente hizo acto de presencia en el sitio donde se
producían tales demostraciones.

La idea de " líder carismático" que maneja
la Rabkin puede encerrar una gran verdad, en tanto la figura de
Fidel resulta impresionante y atractiva para todos los que lo han
tratado y conocido durante años, desde su etapa infantil y
de estudiante hasta la actualidad. Pero no basta el carisma para
seguir a un hombre y consentirlo, si no están presentes
otras motivaciones que remontan los aspectos sentimentales o
emocionales y se vinculen a intereses de clases o grupos
sociales amplios y más, de un pueblo como el cubano
tradicionalmente levantisco. Por otro lado el sistema
político cubano que ha ido avanzando en niveles de
institucionalización, no puede ser desconocido
arbitrariamente en cualquier análisis serio y objetivo que
quiera realizarse

Para no ser extensos debemos señalar que no ya
con la Revolución en el poder, sino desde mucho antes, los
dirigentes revolucionarios cubanos estuvieron enfrascados en la
búsqueda de formas adecuadas de organizar el ejercicio del
poder con la más amplia participación de las masas
posible. Por ejemplo, en el II Frente Oriental "Frank País
García", durante la lucha insurreccional contra la
tiranía de Fulgencio Batista, así como en otros
territorios liberados, se crearon estructuras de gobierno a
partir de novedosas concepciones, métodos y
estilos de dirección que constituyeron el
embrión o génesis del Estado de
nuevo tipo que sobrevendría con el triunfo
revolucionario.

Independientemente del papel desempeñado por
Fidel en el desarrollo del sistema
político cubano; el Partido, el Gobierno y las
organizaciones
de masas a todos los niveles han tenido y tienen prestigio,
autoridad y
legitimidad ganados por su existencia misma y desempeño en el panorama
socio-político nacional, matizado por el histórico
diferendo Cuba-EEUU y las sistemáticas agresiones de todo
tipo que ha sufrido nuestro país durante más de 40
años, todo lo cual ha significado en la praxis, una
impronta insoslayable al momento de hacer valoraciones que
pretendan ser juiciosas. Por supuesto la figura de Fidel como
dirigente histórico de la Revolución
Cubana, está tan estrechamente vinculada al montaje
del sistema político nacional, desde 1959 hasta la
actualidad que cualquier observados poco informado,
fundamentalmente extranjero, tiende a confundir las cosas de
manera inconsciente o con intencionalidad definida y
predisposición al respecto.

La praxis revolucionaria en Cuba se ha caracterizado por
la indagación constante y propia de adecuadas formas de
gobierno, acorde con nuestras realidades. Por ejemplo en los
primeros años del triunfo revolucionario el INRA era un
organismo político, un aparato gigantesco de un enorme
poder movilizativo de masas sin parangón en la historia
del país. Por aquellos años (1959), Fidel
expresó: "…El pueblo tiene que estar consciente de
que no puede depender de la vida de un hombre determinado, por
eso tiene que haber organismos disciplinados. Nosotros tenemos
que tener un conjunto de líderes aquí que vivan lo
suficiente para hacer la Revolución y terminar su obra.
Todo lo demás es pamplonería y cuentos de
camino" (2)

Estas ideas expresadas de manera tan directa
estarán fijas en la mentalidad de los hombres que han
dirigido la Revolución desde sus comienzos, con Fidel a la
cabeza, pues luego del INRA y como parte del proceso de
desmontaje del aparato de gobierno al estilo burgués,
vendrían distintas estructuras organizativas para ejercer
el poder revolucionario, todas enfiladas hacia propósitos
de incuestionable mejoramiento, tarea que aún en la
actualidad no puede darse por concluida.

Fidel siempre ha tenido diáfana claridad en su
concepción acerca del papel de la personalidad y las masas
en el devenir histórico. Esa concepción se ha
nutrido de nuevos enfoques, pero la esencia, el núcleo
central de ese pensamiento ha estado afincado en sólidos
criterios éticos que se prologan en el tiempo. Por
ello en 1985 insiste: " …cada hombre no es el mismo desde
que nace hasta que desaparece de la tierra. Tal
vez he ido desarrollando una filosofía sobre la
importancia relativa de los hombres, el valor relativo
de los individuos, la convicción de que no es el individuo
el que hace la historia, sino los pueblos, la idea de que nadie
puede atribuirse los méritos de todo un pueblo y de
millones de gente que trabajan todos los días " ( 3
)

El 17 de noviembre de 2005, 46 años
después y una vez más Fidel insiste en estas ideas
y con nuevos argumentos y conceptos enriquecidos por los
años de experiencia, subraya que la Revolución es
un proceso de todo el pueblo y no de una persona y que
únicamente podía ser derrotada por nosotros mismos
como consecuencia de nuestros errores o desviaciones.

Es en este marco histórico, expuesto en apretada
síntesis, donde debemos estudiar el
verdadero crédito, legitimidad y facultades del
Partido Comunista de Cuba, los Organos del Poder Popular y de las
organizaciones de masas, que de ninguna manera son provisionales
y supeditadas a una persona, sino que forman parte inseparable
del sistema político cubano que ha ido en perenne ascenso
en términos de participación real de la población en el ejercicio del poder, sin
que ellos signifique que ha culminado el proceso de su
perfeccionamiento, como lo demuestra la realidad social en
nuestro país, día a día. Ello es la
garantía de la continuidad histórica de la
Revolución Cubana.

A través de las entrevistas
que Fidel ha concedido acerca de distintos momentos de su
trayectoria política, tanto a periodistas extranjeros como
nacionales, se puede delinear con transparencia su carácter en sentido general. Y si cotejamos
sus ideas, consideraciones y juicios con su actuación
práctica, su estilo y método de
enfrentar la realidad, podemos conformar una imagen acabada
sobre su personalidad y pensamiento donde sobresalen, la lealtad
a los principios, sus
profundos razonamientos conceptuales sobre la justicia
social, la democracia,
los derechos humanos
y otros temas económicos, socioculturales e
ideopolíticos, sin excluir su propio papel en la historia,
ajeno a toda vanagloria, egocentrismo y predisposición
autoritaria.

No es propósito de nuestro trabajo
responder una por una las "evidencias"
esgrimidas por Rhodas Pearl Rabkin, en relación con lo que
ella interpreta como "prolongada primacía de Fidel Castro
en el sistema político cubano". En realidad sus opiniones
las hemos asumido como un pretexto, para de forma contestaria,
por qué no, convocar a la reflexión con la ayuda de
los hechos.

Sin proponérselo Fidel se ha convertido en una
personalidad, cuya trayectoria, en la que se conjugan una serie
de características y cualidades lo situán como un
ente paradigmáticos y a la vez emblemático de la
sociedad cubana contemporánea, pero además y es
vital, en un factor representativo de la unidad nacional, que ha
debido resistir las embestidas y agresiones de diferentes
gobiernos del país más poderoso del mundo durante
más de 40 años. Situación potenciada con
la
administración ultraconservadora y neofascista de W.
Bush. De ahí que la prolongada primacía de Fidel en
el sistema político cubano sea una necesidad
histórica de la nación
misma y no expresión de una aberración caudillista
o de un culto a la personalidad "tropical"

A diferencia de lo ocurrido en otros países del
derrumbado bloque eurosoviético del llamado "socialismo
real", el líder de la Revolución Cubana ha sabido
en cada momento repersentar los intereses de la mayoría de
la población en un amplio espectro de prioridades
económico sociales y de necesidades sentidas, y cuando las
políticas han sido erráticas, ha sabido percatarse
de ello y asumir primero que nadie, la responsabilidad de los fracasos, extrayendo
experiencias de esas situaciones para continuar el avance. Por
esto el cubano tan levantisco y rebelde lo acata como dirigente,
sobre todo por su enorme autoridad moral. Fidel
ah rendido y rinde cuenta, no sólo al Partido y al
Gobierno, sino a todo el pueblo.

Baste recordar su informe al I
Congreso del PCC, en 1975, y los análisis críticos
y autocríticos que periódicamente y de forma
pública realiza en grandes actos, plenarias, asambleas y
otras reuniones. Estilo de actuación que materializa su
novedoso y creativo concepto acerca de la democracia y de su
nivel de compromiso individual como estadista que está al
frente de un país con una situación muy singular,
llamado además a desempeñar un importante papel en
la historia contemporánea, cuestión perfectamente
comprendida por la dirección de la Revolución en
sentido general.

Hoy en día una buena parte de los "indicios" de
la Rabkin se han desvanecido en el intríngulis mismo de su
innata inconsistencia. Nos referimos a los temas más
inverosímiles, como lo es de que "Castro lo decide todo
unipersonalmente, nombra a "dedo" a funcionarios, quita y pone,
ordena y manda en el país como si se tratara de una finca
particular"

Sin embargo hay otras consideraciones que presentan
determinado grado de sutileza, ingenio intelectual y contenido
ambiguo que requieren ser descodificados para su adecuada
interpretación, si se quiere de su intencionalidad. Tales
son lo casos de que: "…además de haber nombrado a
su hermano como su forzoso sucesor Castro no ha intentado como
Ceaucesco o Kil Il Sun crear una familia dinástica"
(4)

Tal parece que se exonera a Fidel del propósito
de establecer un poder de sucesión familiar, pero
anteriormente asevera que Raúl fue nombrado por él
como "su forzoso sucesor", es decir que los méritos y
capacidad personal del
Segundo Secretario del Partido no son tomados en cuanta, sino su
sola condición de ser hermano del Primero, y
además, el haber sido denominado por éste su
obligado sustituto. Sobre este asunto Fidel ha opinado en
más de una ocación y su valoración personal
es que Raúl no se ha destacado más por no haber
tenido la posibilidad de hacerlo. (5)

En el libro Memorias de la
Sierra Maestra, escrito por el periodista José Pardo Llada
(posteriormente abandonó el país) en 1960, el autor
describe a Raúl Castro en términos que lo
caracterizan como un verdadero cuadro, no sólo militar,
sino que lo configuran como un hombre maduro, con clara y
definida proyección política, gran organizador. Al
respecto señala: "…Raúl Castro, que estuvo
en el Moncada, que sufrió con Fidel la prisión de
Isla de Pinos, que llegó en e Granma, que peleó en
la Sierra Maestra y fundó el II Frente, ha ganado sus
grados, a pesar (destacado por el autor) de ser hermano del jefe.
Nadie le discute su valor. Todos le reconocen su capacidad e
inteligencia" (6)

Consideramos que artículos como el de la Rabkin,
deben ser objeto de estudio y por supuesto de debates
contestatarios por parte de los historiadores y otros
interesados. En la medida en que los revolucionarios ejerciten su
intelecto, su capacidad de réplica y polémica,
estarán en mejores condiciones de enfrentar los retos de
la lucha ideológica en la actualidad, caracterizada por el
enorme poderío mediático del enemigo y el empleo de
argumentos pseudocientíficos y subliminales dirigidos a
los sentimientos y mentalidades de las gentes y, por ende
potencialmente nocivos por la posibilidad de la
manipulación maniquea de las opiniones. La Batalla de
Ideas demanda una
verdadera cultura del
debate. Sirvan
esta reflexiones como un modesto homenaje a Fidel Alejandro
Castro Ruz, en el 80 aniversario de su natalicio.

CITAS, NOTAS y
BIBLIOGRAFÍA.

  1. Guevara de la Serna, Ernesto: El socialismo y el
    hombre en Cuba. Editora Política, La Habana, 1988, pp 5
    y 6.
  2. Nuñez Jiménez, Antonio: En marcha con
    Fidel. 1959. Editora Letras Cubanas, Ciudad Habana, 1982, Tomo
    1, p. 400
  3. Castro Ruz, Fidel. Nada podrá detener la
    marcha de la historia. Editora, La Habana, 1985, p.
    37
  4. Revista Síntesis No. 15 sep-dic 1991.
    Instituciones y política: 1970-1980. De Rhodas Pearl
    Rabkin
  5. Ver un Grano de Maíz.
    Oficina de
    Publicaciones del Consejo de Estado. La Habana,
    1987
  6. Pardo Llada, José. Memorias de la Sierra
    Maestra . Editorial. Tierra Nueva. Patronato del Libro Popular,
    La Habana, 1960, pp 154-15 ( Estas notas fueron escritas por
    Pardo Llada en el central América, el 22 de diciembre de 1958,
    cuando el periodista entrevista a
    Raúl Castro quien en aquellos momentos tenía 24
    años de edad).

 

 

 

Autor:

M.Sc . Luis Figueras Pérez

Lic. Marisel Salles Fonseca

HISTORIADORES Y PROFESORES UNIVERSITARIOS

Partes: 1, 2
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